Símbolos astrológicos y la forma humana de los arquetipos
A medida que la idea de Zeus iba aposentándose en el Olimpo, dos diosas estaban sentadas junto a él: Temis, lo justo o la justicia divina y Diké, la justicia humana. En la simbología astrólogica, Diké a veces se asocia con el signo de Virgo. Según la Teogonía de Hesíodo, Diké era hija de Zeus y Temis, la segunda consorte de Zeus, y ambas representaban la justicia: Temis la divina y Diké la humana. Más tarde, en Roma, la justicia sería representada como mujer, con una balanza en la mano derecha y una espada en la izquierda. A partir del siglo XV se la empezaría a representar con los ojos vendados. Finalmente la diosa de la justicia ha quedado asociada al signo de Libra.
Quizás los dioses griegos, tan populares y cuyas historias son motivo de estudio e inspiración, sean el primer intento de dar forma humana a los dioses como poderes superiores a los hombres. Los arquetipos son precisamente eso: poderes invisibles superiores a nosotros cuyos símbolos son capaces de controlar y alterar nuestro destino.
En tiempos de Platón, esos dioses Olímpicos antropomórficos (con forma humana), cuyo éxito y supervivencia pasó por ir absorbiendo diferentes cualidades de otros pueblos, ciudades e incluso tribus donde había un culto parecido, tuvieron que adaptarse a toda una serie de deidades astrales vinculadas con planetas, astros y constelaciones que procedentes de Babilonia penetraron en Grecia. ¿Cuál sería el dios griego asociado con el babilónico dios guerrero Nergal? ¿Quién se correspondería con el sol babilónico Shamash? ¿Quién ocuparía el lugar de Marduk, patrón de Babilonia?
Detrás del símbolo, encontramos al arquetipo. Y vemos que el símbolo genera tanto religión como superstición. La diferencia entre ambas radica en que la superstición degrada el culto, pues cambia las creencias en meros hechos y suposiciones, las cuales funcionan y pueden ser activadas sin un propósito superior, sin esfuerzo, sin luchar por ello ni hacer ningún cambio ni ninguna transmutación, sin tener en cuenta el beneficio o la mejora, tanto de uno mismo, como de los demás. La religión en cambio busca un propósito superior, hay una verdad más allá la cual no podemos ver, tan solo intuir. Los conceptos usados por la religión quizás sean inadecuados en la mayoría de los casos, porque la verdad está más allá de los símbolos y los ritos. En realidad la verdad no es algo que tengamos que conquistar, quizás baste tan solo con perseguir.
Ocurrió lo mismo con los dioses del Olimpo, quizás podían ser adorados pero no eran más que metáforas, símbolos de un poder superior que todavía no podía ser concebido por los seres humanos.
A medida que la idea de Zeus iba aposentándose en el Olimpo, dos diosas estaban sentadas junto a él: Temis, lo justo o la justicia divina y Diké, la justicia humana. En la simbología astrólogica, Diké a veces se asocia con el signo de Virgo. Según la Teogonía de Hesíodo, Diké era hija de Zeus y Temis, la segunda consorte de Zeus, y ambas representaban la justicia: Temis la divina y Diké la humana. Más tarde, en Roma, la justicia sería representada como mujer, con una balanza en la mano derecha y una espada en la izquierda. A partir del siglo XV se la empezaría a representar con los ojos vendados. Finalmente la diosa de la justicia ha quedado asociada al signo de Libra.
Quizás los dioses griegos, tan populares y cuyas historias son motivo de estudio e inspiración, sean el primer intento de dar forma humana a los dioses como poderes superiores a los hombres. Los arquetipos son precisamente eso: poderes invisibles superiores a nosotros cuyos símbolos son capaces de controlar y alterar nuestro destino.
En tiempos de Platón, esos dioses Olímpicos antropomórficos (con forma humana), cuyo éxito y supervivencia pasó por ir absorbiendo diferentes cualidades de otros pueblos, ciudades e incluso tribus donde había un culto parecido, tuvieron que adaptarse a toda una serie de deidades astrales vinculadas con planetas, astros y constelaciones que procedentes de Babilonia penetraron en Grecia. ¿Cuál sería el dios griego asociado con el babilónico dios guerrero Nergal? ¿Quién se correspondería con el sol babilónico Shamash? ¿Quién ocuparía el lugar de Marduk, patrón de Babilonia?
Detrás del símbolo, encontramos al arquetipo. Y vemos que el símbolo genera tanto religión como superstición. La diferencia entre ambas radica en que la superstición degrada el culto, pues cambia las creencias en meros hechos y suposiciones, las cuales funcionan y pueden ser activadas sin un propósito superior, sin esfuerzo, sin luchar por ello ni hacer ningún cambio ni ninguna transmutación, sin tener en cuenta el beneficio o la mejora, tanto de uno mismo, como de los demás. La religión en cambio busca un propósito superior, hay una verdad más allá la cual no podemos ver, tan solo intuir. Los conceptos usados por la religión quizás sean inadecuados en la mayoría de los casos, porque la verdad está más allá de los símbolos y los ritos. En realidad la verdad no es algo que tengamos que conquistar, quizás baste tan solo con perseguir.
Ocurrió lo mismo con los dioses del Olimpo, quizás podían ser adorados pero no eran más que metáforas, símbolos de un poder superior que todavía no podía ser concebido por los seres humanos.
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